Hatshepsut, la enigmática faraona borrada de la historia

Hatshepsut, el enigmático caso de la faraona borrada de la historia

La dinastía de los faraones de Egipto es una de las líneas de reyes más antigua de la que se tenga constancia. Su estudio ha cautivado a más de un investigador, y los hallazgos arqueológicos en tierra egipcia se consideran casi una rama de las ciencias humanas. Es común que los egiptólogos hagan descubrimientos que los dejan consternados y en busca de respuestas.

Hatshepsut, la faraona borrada de la historia

En el antiguo Egipto, así como en la mayoría de los imperios mundiales de antaño, lo común era que hombres ocuparan los máximos puestos en la corte real. Que un hombre llegase a ser el faraón y su primogénito varón le sucediese en el trono era lo común.

Por ello, cuando en 1902 el equipo arqueológico comandado por Herbert Winlock encontraron lo que parecía ser la tumba de una faraona, quedaron verdaderamente impactados. Y mayor fue su asombro al ver en la superficie del sarcófago marcas antiguas que revelaban intentos de profanación a su ocupante.

Además, las estatuas del faraón que adornaban el lugar habían sido destrozadas intencionalmente, haciéndolas casi irreconocibles. Toda una escena de destrucción que parecía provenir de alguien lleno de odio y rencor hacia la faraona Hatshepsut. Así que los investigadores iniciaron de inmediato un estudio para intentar dilucidar dudas.

Templo de Hatshepsut
En su época, el templo de Hatshepsut albergaba estatuas de Osiris, una esfinge y numerosas esculturas de la faraona. Varios de estos retratos fueron destruidos después del fallecimiento de la soberana. Crédito: Wikimedia Commons

Qué pudo haber motivado semejante blasfemia

Para los egipcios, la muerte no era el final sino, más bien, el comienzo de un viaje de felicidad eterna. El único requisito para que el alma del difunto alcanzara la dicha en el más allá, es que quedara algún recuerdo de su existencia en el mundo de los vivos. Una estatua, un cuerpo, o al menos un nombre para sostener su memoria y garantizar su viaje en la otra vida.

Con la profanación que sufrió la tumba de Hatshepsut, no queda duda que se pretendía borrar todo rastro de su existencia. Era como si se hubiese querido que su alma sufriera el castigo de la muerte eterna. Para los responsables del hallazgo no quedó ninguna duda: Hatshepsut debió ser una usurpadora del tipo más vil, y alguien se desquitó con ella tras su muerte.

¿Quién fue Hatshepsut?

Public Domain

Luego de su investigación, los arqueólogos concluyeron que las estatuas profanadas pertenecían a uno de los faraones más influyentes y destacables de toda la historia egipcia. Gobernó Egipto entre los años 1479 y 1458 antes de Cristo, un reinado que duró más que el de cualquier otro hasta Cleopatra. Hatshepsut era la princesa real hija del rey Tutmosis I, famoso faraón legendario por sus hazañas miliares.

Tutmosis I no tenía un heredero varón nacido de su reina principal y consorte, la reina Ahmose. Pero en el harén real una reina secundaria había dado a luz a quien podría convertirse en el próximo faraón, el príncipe Tutmosis. Para proteger el linaje real, el faraón Tutmosis I ordenó que Hatshepsut y el príncipe Tutmosis se casaran y heredaran el trono tras su muerte.

Una muerte inesperada

A los tres meses de ser coronado como el nuevo faraón, el joven Tutmosis II enfermó y murió. De inmediato fue necesario hallar un nuevo heredero al trono, pero no había muchas opciones masculinas de donde escoger. Solo se contaba con el hijo de unas de las mujeres de más baja categoría del harén real, quien se convirtió en Tutmosis III.

Unos años después del nombramiento de Tutmosis III como heredero, la regente Hatshepsut se convirtió en faraona, por razones aún desconocidas. Fue una decisión bastante drástica, tomando en cuenta que el nombre de un faraón perduraba por la eternidad.

Mientras el pequeño Tutmosis III crecía, la faraona Hatshepsut ejerció la función de reina como gran acierto y eficiencia. Durante su gobierno, Egipto vivió una época de paz y prosperidad única, gracias a las políticas administrativas y de libre comercio implementadas por su faraona.

Las riquezas del reino durante su gobierno le permitieron encargar cientos de proyectos de construcción; convirtiéndose en una de las constructoras más prolíficas del Antiguo Egipto.

Hatshepsut desaparece de la historia

Hatshepsut faraona
Cuando Hatshepsut pasó de ser regente a faraona, su imagen se empezó a transformar. Aquí todavía aparece con rasgos femeninos, aunque con el nemes -el tocado con rayas-, símbolo de reyes.

Aparte de todos sus logros como administradora sabia y eficiente, las evidencias confirman que Hatshepsut vivió el resto de sus días como toda una faraona. Lo increíble es que, en los registros reales encontrados en tierra egipcia, su nombre no figura por ningún lado.

Gran parte de su legado fue borrado. Su nombre fue eliminado de la lista de reyes, muchos de sus monumentos fueron desfigurados, sus imágenes fueron cinceladas de las paredes de piedra, sus estatuas fueron derribadas y sus representaciones en jeroglíficos fueron pintadas con figuras masculinas. Incluso, muchos de los faraones que gobernaron años después se atribuyeron el mérito de varios de sus proyectos de construcción.

Durante muchos años, los egiptólogos tuvieron muy poco conocimiento sobre Hatshepsut y su legado. Afortunadamente, los intentos de eliminarla fueron incompletos y todavía existen algunas imágenes de la faraona. Su gobierno fue redescubierto en 1822 cuando los eruditos del Antiguo Egipto pudieron decodificar y leer los jeroglíficos en las paredes de su templo en Deir el-Bahri, dando el merecido reconocimiento a una de las más exitosas gobernantes del antiguo Egipto.

El intento de profanación a la tumba de Hatshepsut es indicativo de que alguien quiso borrar su nombre de la historia. ¿Acaso era una vergüenza que una mujer gobernara Egipto? Nada más lejos de la realidad, a juzgar por el grandioso legado que Hatshepsut dejó a su paso.

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