Asombrosas esferas de piedra gigantes en Nueva Zelanda

Nuestro planeta está lleno de impresionantes bellezas naturales que despiertan la curiosidad y el asombro de quienes las observan. Una de ellas puede apreciarse en un grupo de formaciones rocosas únicas, las esferas de piedra Moeraki.

Esferas de piedra gigantes que se encuentran alrededor del mundo han intrigado a científicos, geólogos y viajeros por igual debido a su forma y origen misterioso. Un ejemplo de ello se encuentra en la costa de la Isla Sur de Nueva Zelanda, donde enormes y redondeadas rocas dispersas en la playa de Koekohe, un pequeño pueblo en la costa de Otago, han inspirado teorías y leyendas, llegando a convertirlas en un fenómeno natural verdaderamente fascinante.

¿Cómo se formaron las rocas de Moeraki ?

Las rocas de Moeraki o también llamadas cantos rodados, varían en tamaño, algunas pueden llegar a alcanzar más de dos metros de diámetro y pesan varias toneladas. Uno de los aspectos que más intriga a las mentes curiosas es cómo se formaron estas extrañas y perfectas esferas.

La teoría científica más aceptada sobre el origen de las esferas de piedra Moeraki es que se formaron a lo largo de millones de años a partir de acumulaciones de sedimentos y minerales en el lecho marino. Se cree que estas acumulaciones se solidificaron y se endurecieron a medida que los minerales se precipitaban y se adherían, creando capas concéntricas de piedra alrededor de un núcleo central.

La capa exterior de cada canto rodado de Moeraki es dura. Un análisis detallado de las rocas que se hizo utilizando una microsonda electrónica, mineralogía óptica y cristalografía de rayos X determinó que el borde exterior consiste en 10-20% de un mineral llamado calcita.

Se estima que las rocas más grandes tardaron unos 4 millones de años en alcanzar su tamaño actual. A medida que el tiempo y la erosión actuaban sobre estas acumulaciones, la piedra circundante se desgastaba más rápido que el núcleo interno, dando como resultado la forma característica de esfera.

Primeros registros históricos de las rocas de Moeraki

Aunque los antepasados ​​maoríes ocuparon las inmediaciones de la costa de Otago durante cientos de años, la documentación de las piedras de Moeraki no tuvo lugar hasta la participación europea.

No fue hasta 1814 que el mundo se enteró de estas esferas únicas, cuando Walter Mantell, un político y científico de la geología y la paleontología, documentó como parte de su trabajo las concreciones en un croquis junto al mar, que aparece fechado en 1848. En él, Mantell mostró la presencia de una mayor cantidad de piedras de playa que las que hay en la actualidad.

Las rocas Moeraki fueron documentadas por primera vez hace un par de siglos.

El padre de Mantell, Gideon Mantell (1790-1852), también fue geólogo y paleontólogo. Su trabajo sobre el Iguanodon tuvo una influencia significativa en el estudio de los dinosaurios. En 1850 publicó un libro, Notice of the Remains of the Dinornis and other Birds…, en el que incluye las siguientes observaciones que hizo Walter mientras trabajaba en la costa de Otago.

“A mitad de camino entre Bluff y Moeraki, la arcilla contiene capas de septaria [concreciones], que varían de uno a cinco pies y más en diámetro. Cientos de estos nódulos, que habían sido arrastrados de los acantilados de arcilla socavados por la invasión del mar, estaban esparcidos a lo largo de la playa. Otros esféricos; muchos estaban enteros, mientras que otros estaban rotos y brillaban con cristales amarillos y marrones de espato calcáreo”. (Como se representa en el croquis, fig. 5. Algunos eran subglobulares).

Mitología y Leyendas

Las rocas de Moeraki no solo son enigmáticas desde una perspectiva científica, sino que también han sido relacionadas con la mitología maorí, donde estas esferas tienen una connotación mágica y mística. Según una de sus leyendas, las rocas son los restos de ‘canoas’ naufragadas que se convirtieron en piedra después de la llegada del héroe Maui a la Tierra en una gran embarcación mítica llamada «Arai-te-Uru».

Por otro lado, antiguos habitantes de la zona creían que estas rocas son, de hecho, huevos de dragón fosilizados dejados en el lugar hace miles de años. Mientras que algunas personas relacionan estas rocas con huevos fosilizados de dinosaurios.

Debido a su extraña forma y tamaño antiguamente pensaban que las rocas esféricas de Moeraki eran huevos de dragón.

Una fascinante atracción turística

Durante décadas, las enormes rocas de Moeraki han atraído a turistas y viajeros por igual, convirtiéndose en un importante punto de interés en la costa este de la Isla Sur de Nueva Zelanda.

Para proteger estas formaciones únicas, el área donde se encuentran ha sido designada como una reserva natural, llamada Reserva de Manejo de Vida Silvestre de Moeraki. Esto ayuda a preservar no solo las propias esferas, sino también el frágil ecosistema costero que las rodea.

El mejor momento para ver las esferas Moeraki es durante la marea baja, esta ocurre dos veces al día y expone todas las rocas en la playa para ser apreciadas en su tamaño completo.

Puede interesarte: El enigma de las esferas de piedra esparcidas por todo el mundo.

Aunque las Moeraki Boulders de Nueva Zelanda son un ejemplo fascinante de la belleza y la rareza que la naturaleza puede crear, el toque de mitología y misterio que las rodea continúa cautivando a aquellos que las contemplan, y nos recuerdan las infinitas maravillas de nuestro planeta.

 

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