Hallan un exoplaneta rocoso similar a nuestra Luna

Datos proporcionados por el Telescopio Espacial Spitzer reflejan la superficie de un planeta rocoso que puede parecerse al suelo de la Luna o Mercurio, según un comunicado de la NASA.

El planeta LHS 3844b, que orbita una estrella ajena al sistema solar, probablemente, tiene poca o ninguna atmósfera y podría estar cubierto con el mismo material volcánico frío que se encuentra en las áreas oscuras de la Luna. Los expertos descubrieron que hay una cantidad insignificante de calor que se transfiere entre los lados fríos y calientes del astro, y por lo tanto no habría aire presente.

«El contraste de temperatura en este planeta es casi tan grande como puede ser posible», señaló Laura Kreidberg, investigadora del Centro de Astrofísica de Harvard y autora principal del estudio.

La atmósfera de la Tierra es una condición imprescindible para que exista agua líquida en la superficie posibilitando la vida en el planeta. Por ejemplo, la presión atmosférica de Marte es ahora menos del 1% que la de la Tierra, y por eso, los océanos y ríos que alguna vez fueron parte del planeta rojo han desaparecido.

Características del exoplaneta rocoso

LHS 3844b fue descubierto en 2018 por el Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito (TESS, por sus siglas en inglés) y se encuentra a 48,6 años luz de la Tierra. El astro tiene un radio 1,3 veces mayor que el de nuestro planeta y orbita alrededor de un tipo de estrella pequeña llamada Enana M en tan solo 11 horas.

Esta órbita más o menos garantiza que la atracción gravitacional de la estrella ha bloqueado el planeta con marea, lo que significa que un lado del mundo siempre se enfrenta a la estrella. El lado del día del exoplaneta es abrasador, mientras que su hemisferio orientado al espacio se asienta en el frío.

Pero aunque el exoplaneta experimenta 70 veces más radiación que la Tierra, Kreidberg dice que no necesariamente perdería su atmósfera a esta distancia.

«Todavía tengo la esperanza de que otros planetas alrededor de Enana M puedan mantener sus atmósferas. Los planetas terrestres en nuestro sistema solar son enormemente diversos, y espero que lo mismo suceda para los sistemas de exoplanetas», aseguró la investigadora.

Cómo lo hallaron

Aunque los investigadores no pudieron ver directamente el planeta, utilizando el Telescopio Espacial Spitzer infrarrojo de la NASA, pudieron medir su temperatura de manera efectiva, detectando una variación periódica en las emisiones térmicas de su estrella anfitriona causada por los movimientos orbitales del planeta.

Impresión artística del exoplaneta LHS 3844 b, representa al mundo como un orbe rocoso y sin aire. Nuevas mediciones ahora confirman que esta «súper-Tierra» carece de una atmósfera sustancial. Crédito: NASA, MIT y TESS

TESS encontró el planeta a través del método de tránsito, que implica detectar cuándo la luz observada de una estrella anfitriona se atenúa debido a un objeto que orbita entre la estrella y la Tierra. Detectar la luz que proviene directamente de la superficie de un planeta, otro método, es difícil porque la estrella es mucho más brillante y ahoga la luz del planeta.

El planeta hace una órbita tan apretada, que es muy probable que LHS 3844b esté «acoplado a la marea», es decir que una cara del planeta se enfrenta permanentemente a la estrella.

El lado de la estrella, o el lado diurno, registra aproximadamente 770 grados Celsius. Al estar extremadamente caliente, el planeta irradia mucha luz infrarroja, y Spitzer es un telescopio infrarrojo. La estrella madre del planeta es relativamente fría (aunque todavía mucho más caliente que el planeta), lo que hace posible la observación directa del lado de día del LHS 3844b. Esta observación marca la primera vez que los datos de Spitzer han podido proporcionar información sobre la atmósfera de un mundo terrestre alrededor de una enana M.

Spitzer y el Telescopio Espacial Hubble de la NASA han reunido información sobre las atmósferas de múltiples planetas gaseosos, pero LHS 3844b parece ser el planeta más pequeño para el que los científicos han utilizado la luz que proviene de su superficie para conocer su atmósfera.

El hallazgo ha sido publicado en Nature.

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