Un hombre australiano nacido en una rica familia irlandesa, ha pasado las últimas dos décadas de su vida como un ‘náufrago’ de la vida real después de perder su fortuna. Esto bien puede parecer la trama de película de Hollywood, pero no lo es.
En 1987, el empresario de Sídney, David Glasheen, perdió su riqueza, su esposa y su propiedades en la caída de la bolsa de valores.
Cuando su vida se vino abajo, el ex magnate minero millonario tomó medidas drásticas. En 1997, David decidió mudarse a la Isla de la Restauración ubicada en el noreste de Australia, a casi 1000 kilómetros de Cairns, la ciudad más cercana; con la esperanza de escapar del mundo que lo había dejado clínicamente deprimido y luchando por recuperarse de un matrimonio fallido y la pérdida de su fortuna.
El plan original era que él se mudaría a la isla con su pareja de aquel momento, pero a última hora ella decidió que la vida en una isla remota no era para ella. Glasheen, por lo tanto, ha pasado más de dos décadas acompañado solo por los mochileros y viajeros que visitan y durante un tiempo, por su leal perro, Quassi, que lo acompañó hasta el 2017 cuando fue mordido por una serpiente.
David vive solo, pesca, atrapa agua de lluvia, cocina en un fuego abierto. Dice que a pesar de haberlo perdido todo, ha encontrado la paz interior en la isla.
Incluso cuenta que lo largo de las décadas viviendo en la isla, sus sentidos se han agudizado. Cuando pesca, nota «señales de que hay acción en el agua», además que puede notar si algo se mueve en el monte o en el agua. «No era así cuando llegué por primera vez», expresó.
De igual manera, sus ojos se han acostumbrado a la oscuridad: «Puedo deambular la mayoría de las noches y saber lo que estoy haciendo», manifestó.
La vida de David antes de mudarse a una isla desierta
En su vida anterior, tuvo una vida privilegiada, creció en Sídney, donde construyó una empresa minera multimillonaria. Tenía dos yates, poseía múltiples propiedades y vivía una vida de excentricidades. Pero perdió la mayor parte de su riqueza, alrededor de $37 millones en la actualidad, en la crisis bursátil del llamado «Martes Negro», y posteriormente el banco embargó sus propiedades.
Poco después, su matrimonio se terminó. «Estaba herido, gravemente herido», recuerda.
Llegó a Isla de la Restauración después de enterarse del lugar a través de un amigo, y nunca se fue. Ahora, dice que tiempo en la isla lo ha reparado.
«Todos necesitamos restauración en algún momento de nuestras vidas y eso es lo que me pasó a mí… Estoy mentalmente sobrecargado», dice David.
David reveló en una entrevista al medio MailOnline Travel, contar con una lista esencial de cosas que le permiten disfrutar de su vida de forma aislada.
Como sobrevive en esta remota isla
En primer lugar, el ermitaño anotó en su lista varios buenos libros y dos maniquíes (a quienes llamó Miranda y Phyllis) que le brinden compañía. Y aunque pensemos que se quiso alejar por completo del mundo, él consideró no cortar todos los enlaces a su anterior «hábitat», dejando una conexión a Internet utilizando energía solar en la cabaña que construyó para resguardarse de los embates de la naturaleza.
Tiene un suministro de electricidad limitado, proporcionado por paneles solares y un generador de respaldo. También un congelador a gas, una antena que proporciona servicio telefónico y un bote pequeño que usa cuando viaja por suministros.
Para subsistir utiliza agua que recoge de la lluvia y de una cuenca en las zonas montañosas de la isla. Él afirma que obtener comida le resulta bastante sencillo, ya que el océano «provee todas las proteínas». Para ello cuenta con una red de pescar, unas piedras para encender el fuego y un cuchillo de monte; además de habilidades de cazador aprendidas.
Su dieta consiste en alimentos que obtiene del mar, además, almendras de playa ácidas, cerezas, alcaparras nativas y ciruelas wongai. También tiene una granja donde cultiva frutas y verduras que le permiten abastecerse.
Además, visita el continente una vez al año para completar su compra anual de comestibles. Recoge lo esencial, como arroz, se surte de productos enlatados, aceite de oliva, pastas y otros artículos necesarios como de limpieza personal, como jabón, detergente, pasta dental y papel higiénico. De igual manera, no le pueden faltar un gran variedad de vinos y un kit personal para la elaboración de cerveza artesanal, según declara, una de sus especialidades.
La historia de Glasheen fue plasmada en un libro publicado en 2018, titulado «El náufrago millonario», y en un extracto, él escribe:
«Había afirmado mi compromiso de encontrar una forma de vida diferente: una más allá del círculo vicioso de presión para ganar suficiente dinero para un estilo de vida por el cual otras personas miden su valor y éxito».
Sin embargo, no todo es color de rosa, pese a sus esfuerzos por permanecer en la isla, admite que ahora a sus 81 años necesita ayuda; pues el año pasado sufrió un desmayo y luego se cayó y se rompió la cadera. Tuvo que arrastrase varios metros hasta alcanzar el teléfono para pedir ayuda. «Tuve una operación reciente por un coágulo de sangre… Si hubiera esperado un día más, estaría muerto», dijo David.
A pesar de ello, dice que no quiere dejar la isla. «No quiero irme de aquí, quiero quedarme aquí hasta que me muera, ¿dónde más podría hacerlo? Este es mi cielo en la Tierra», dijo al New York Post.
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Sin lugar a dudas una historia sorprendente. 26 años después, todavía llama hogar a la esta isla remota. Para David no hay gobiernos en conflicto, ni pandemias, ¡él vive una realidad única!
Y tu, ¿alguna vez considerarías la idea de vivir el resto de tus días como un náufrago?
Referencias: Infobae / Daily Mail.
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